miércoles, 5 de noviembre de 2008

33 Aniversario de la Marcha Verde - Recuerdos de una guerra


El 6 de Noviembre de 1.975 Marruecos inició la Marcha Verde y así comenzó la trágica huída de los saharauis al refugio, mientras muchos otros inocentes perdían la vida por permanecer en sus hogares. Hoy 33 años después, es increible observar que estén olvidados en el mundo, por eso debemos reflexionar sobre el sentir del saharaui. El refugio no es felicidad, las estremecedoras noches estrelladas de las dunas no son el hogar, el adobe no protege y el té no alimenta. Son ellos los que contagian su esperanza y te llevan a creer en ella, por eso el verdadero sentir de esta causa no busca ayudar al refugiado, sino que ansía la libertad de su pueblo.

Paremos nuestra rutina unos minutos e imaginemos que somos el protagonista del siguiente relato, entonces y solo entonces, cuando seamos capaces de meternos en la piel del que vive la guerra, sabremos realmente cuál es la lucha del pueblo saharaui.





No sabía qué hacer ni a donde dirigirme, la ciudad parecía un barco a punto de hundirse en un mar de arena. La confusión atravesaba todoel Sahara sin que nadie supiera muy bien lo que estaba ocurriendo; por eso todos nos movíamos con desconfianza tratando de sortear los obstáculos de una evacuación que no sabíamos a qué se debía pero que estaba resultando caótica. El sentimiento que había era de consternación, nadie podía imaginar lo que iba a suceder con la gente que se quedaba en la ciudad. Era difícil escapar pero el desierto nunca se podrá vigilar y en mitad de la noche la desbandada alcanzaba límites dramáticos; me sentía como un pájaro que acaban de meter en su jaula.La invasión del Sahara por los marroquíes se había anunciado como pacífica pero más de diez mil soldados ya estaban dentro de la provincia española, mi provincia,mi Sahara.

Aquella noche sentí que mi corazón dejaba lo que más amaba en el mundo, pero recogí algunas pertenencias y junto a mi familia, me sumé a un grupo que abandonaba el Sahara en dirección a Tifarity. Aún no puedo creer que aquella fuera la última vez que vería mi país. Barkala repetía la gente y yo sólo podía confiar en la ayuda de Aláh para encontrar el destino al que nos dirigíamos, solos y en medio de un desierto abandonado. Aquella era la noche del 5 de noviembre de 1975. Al día siguiente comenzaría a escribirse un nuevo capítulo en la historia, para mí, el más injusto que la humanidad ha permitido, porque los únicos culpables de todo aquello son eso, hombres; llegó la Marcha Verde.

Recordé las palabras de algunos amigos “no cojas ninguna carretera, siempre a través del desierto, él te guiará” pero, ¿a dónde? Más de veinte personas en un vehículo que avanzaba muy despacio. Por las rodadas abiertas eran muchos los saharauis que habían decidido encomendarse al desierto. Nadie decía una sola palabra,todos miraban al horizonte con la mirada perdida, con la mirada del que acaba de perder su vida. Cada pocos kilómetros encontrabas coches y camiones abandonados, aunque nadie lo decía, sabíamos que tarde o temprano tendríamos que echar a andar cuando no hubiese más combustible. Cuando esto ocurrió estábamos en medio de una tormenta de arena, el conductor bajó y empezó a repetir “Lailaha ila Alah ua mohammed rasululah” como si el momento de morir hubiese llegado. Me parecía increíble que después de los largos días huyendo,no consiguiéramos llegar a ningún destino pero descansamos, nos encomendamos a Dios y cinco días después encontramos las Tropas del Frente Polisario que trataban de poner orden y organizar a la gente que llegaba a Tifarity.
La ciudad había sido abandonada por los militares españoles y ahora era el refugio de los saharauis. Los nómadas habían ofrecido sus jaimas para que la gente se instalase y cada familia procuraba organizarse de la mejor manera posible. Era imposible ofrecer asilo a tanta gente con tan poco, por eso algunos seguían buscando refugio en dirección al este adentrándose en la inhóspita hammada argelina.

Cuando recuperase fuerzas, dejaría allí a mi familia e intentaría buscar yo también un lugar mejor en el que esperar a que Marruecos abandonase mi país, pero aquella mañana fue muy diferente; ningún pálpito nos libró del peor mal que el hombre ha sido capaz de engendrar.

El ataque se produjo por el norte. Los aviones llegaron por detrás de las rocas, donde nadie podía verlos hasta que estuvieron encima. Ni siquiera realizaron un vuelo de reconocimiento. Eran los mejores del ejército marroquí, sabían bien cuál era su objetivo. Ya tenían el Sahara pero tenáin que eliminar a todos los saharauis. Se acercaron como una punta de flecha, descargando su carga mortal con precisión. En cuanto cayeron las primeras bombas, el pánico se apoderó del campamento. El napalm y el fósforo blanco fulminaban las jaimas y los pabellones como si fuera papel. En una sola pasada abrieron una brecha de fuego y destrucción. Todo ardía, el olor a quemado era nauseabundo y todos corrían desorientados. Quienes estaban cerca de las explosiones morían al instante y metros más allá las melfas ardían por la temperatura del aire. El fósforo nos carbonizaba y a mí me paralizó, ¿para qué correr? Fue entonces cuando la onda expansiva de una bomba me lanzó por los aires. Caí boca arriba y sabía que la cara me ardía, no quería mirar porque notaba como la sangre se derramaba por todo mi cuerpo. El cielo era rojo y fue entonces cuando agonizando de dolor pregunté, ¿ qué hemos hecho para sercastigados así?

Cuando los ataques cesaron no podía incorporarme, mi cuerpo manaba dolor y pedí a mi familia y compañeros que me escucharan: “ Nosotros no hemos comenzado esta lucha, pero ellos han robado la vida de miles de saharauis inocentes que forman parte de nuestro pueblo. No podemos permitir que nos arrebaten nuestra tierra. Cuando os sintáis débiles y penséis que no sirve de nada, recordad a aquellos que dejamos en nuestras casas y luchad hasta la muerte por recuperar lo que nos pertenece. Amigos, que mi muerte no sea en vano”y en aquel momento sentí como ya no sentía nada.




No olvido


No olvido, compañera, la inminente presencia
de días atrapados,
de amaneceres mutilados
en la lóbrega garganta
de las noches de exilio.

Ni mis años,
temprano vividos
y roturados en mis calles natales
añoradas hasta la demencia.

Mi tierra,
lugar de donde vengo,
a donde voy.

Encadenada nación,
razón de mi diáspora,
de mi lucha,
de mis pasos y mis alas
que no cesan:
porque se saben espe
rados.
(Mohamed Salem Alí- Poeta saharaui)

Imágenes reales de la Marcha Verde
Texto elaborado por APS MADRAZA

1 comentario:

nuguara dijo...

me encojo de rabia, sentimientos, emocion, pensando en toda aquella gente que tuvo que huir, pero aun más en los que siguen allí, en madres con sus niños, esos niños que no entienden porque estan allí, aun es pronto para entender en injusticias... gracias madraza por estos relatos porque no solo son emocionantes, sino que hablan de realidades por las que hay que luchar! por las que vale la pena nuestro dia a dia... por esa gente que merece estar en su tierra y merece ser feliz!! y que todos tengamos derecho a la libertad...
sahara libre!!!